Ustedes que ya son madres o conviven con un niño muy de cerca van comprender esto y ustedes que no son madres recordarán su niñez.
Cuando nosotras le decimos a un niño que mañana iremos al parque de diversiones, o que iremos a un club, o a un lugar donde aquel niño desea ir. ¿Cuál es su reacción? ¿Él se queda tranquilo toda la noche esperando que su papá o su mamá le recuerden la invitación en la mañana?
¡No! ¡Él ni siquiera duerme! Porque anhela tanto la llegada del día en el que va a ser tan “feliz”, que durante la madrugada, casi de hora en hora se acerca a sus padres preguntándoles si ya es la hora de irse…
¿No es cierto?
En cambio, ¿Cuando es la hora de ir a la escuela pasa lo mismo?
Infelizmente la mayoría de los niños odian ir a la escuela, y para muchas madres es un sacrificio hacer que se levanten temprano, pero,
¿Por qué no existe una motivación en el niño cuando va a la escuela y sí existe cuando va a un lugar donde se divierte?
Del mismo modo acontece con las clases de la E.B.I, los niños sólo se animarán a levantarse temprano el domingo, si lo que van a encontrar transforma sus vida, y no me refiero solo a los juegos o la diversión, sino principalmente al espíritu que es trasmitido en las clases a cada uno de ellos.
Ahora, la pregunta que debemos hacernos cada una de nosotras es: ¿Será que mi clase es para los niños como “aquel lugar” al que desea ir o sólo es un paso “más” nuevamente por la escuela?
Fuente: Educadoras da EBI
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